El terremoto y tsunami de Tohoku, el 11 de marzo de 2011, fueron eventos que sorprendieron al mundo por su fuerza devastadora y las trágicas consecuencias. El desastre dejó un rastro de destrucción sin precedentes, afectando a millones de personas y transformando el paisaje y la sociedad japonesa. En este artículo, exploramos algunos de los hechos más impactantes sobre este evento, resaltando la magnitud y la complejidad de las consecuencias que causó.
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El Terremoto: Números que Dejan Marcas
El terremoto de Tohoku, con una magnitud de 9,0, fue el quinto mayor jamás registrado en la historia global. La cantidad de energía liberada fue de impresionantes 480 megatones, equivalente a 600 millones de veces la energía de la bomba de Hiroshima. Para contextualizar, la energía de este terremoto superó la energía combinada de 32.000 terremotos de magnitud 6,0.
El temblor duró alrededor de 5 minutos, causando sacudidas tan intensas que desplazaron la principal isla de Japón, Honshu, 2,4 metros más cerca de América del Norte. Además, el terremoto causó un desplazamiento en el eje de la Tierra de 10 centímetros, acortando la duración de los días en 1,8 microsengundos.
El sistema de alerta de terremotos de Japón, uno de los más avanzados del mundo, logró enviar una notificación a los habitantes de Tokio 1 minuto antes de que el temblor llegara a la ciudad. Sin embargo, incluso con esta tecnología, el impacto fue devastador. Más de 900 réplicas fueron registradas en los meses siguientes, y solo 45 minutos después del terremoto principal, ocurrieron 3 temblores secundarios de magnitud 7,0 o mayor.
La fuerza del terremoto también alteró el paisaje submarino. Un área de 180 km de ancho del lecho marino fue desplazada hasta 8 metros (26 pies), lo que contribuyó a la formación del masivo tsunami que siguió.
El Tsunami: Una Onda de Devastación
El terremoto de Tohoku provocó un tsunami devastador, con olas que alcanzaron la altura de 40,5 metros (133 pies) en Miyako, lo equivalente a un edificio de 13 pisos. Este tsunami es ampliamente considerado uno de los más grandes de la historia moderna, y para tener una idea, un tsunami de solo 3 metros ya se clasifica como extremadamente peligroso.
La ciudad de Sendai, una de las áreas más afectadas, vio las olas avanzar 10 km tierra adentro, cubriendo un área total de 561 km². Además de Japón, el tsunami tuvo efectos globales, llegando a desplazar icebergs en la Antártida. Se estima que el área total de icebergs afectada fue de 125 km².
El tiempo de reacción para los residentes de Sendai fue corto. Tuvieron solo 8 minutos para evacuar antes de la llegada de las olas. A pesar de las alertas, solo 42% de la población logró desplazarse a tiempo, y, trágicamente, más de 101 lugares designados para la evacuación fueron destruidos por el tsunami, lo que agravó aún más la situación.
El desastre nuclear de Fukushima
El tsunami también generó una crisis nuclear catastrófica en la planta de Fukushima Daiichi. Las olas, que alcanzaron una altura de 15 metros, inundaron la planta y causaron fallas en los sistemas de refrigeración de los reactores. Esto resultó en 3 fugas nucleares completas, obligando a la evacuación de más de 100 mil personas y contaminando una vasta área alrededor.
La gravedad del accidente fue clasificada como nivel 7 en la Escala Internacional de Ocorrencias Nucleares, el mismo nivel del desastre de Chernobyl. Las autoridades japonesas establecieron una zona de exclusión de 25 km alrededor de la planta, con efectos a largo plazo en la vida y la economía de las comunidades locales.
Consecuencias: Un Impacto Incalculable
El costo estimado total del desastre es de más de 300 mil millones de dólares, convirtiéndose en el desastre natural más caro de la historia. La destrucción fue extensa: más de 45,700 edificios fueron completamente arrasados, y más de 230,000 automóviles y camiones fueron dañados o destruidos.
El número de vidas perdidas es angustiante: 15.828 personas han sido confirmadas muertas, con 3.760 personas aún desaparecidas. De las víctimas, 378 muertes y 158 desaparecimientos fueron de niños, y 236 niños se quedaron huérfanos como resultado del desastre. El trauma y la pérdida afectaron profundamente a la sociedad japonesa, que tuvo que lidiar con el duelo y el desafío de reconstruir sus comunidades.
Conclusión
A pesar de estas estadísticas aterradoras, es importante recordar que Japón sigue siendo un país ejemplar en lo que se refiere a la preparación para desastres naturales. Las tragedias sísmicas son una realidad para el país, pero la rigurosidad en las construcciones, la tecnología de alerta temprana y la cultura de prevención ayudan a salvar innumerables vidas. Para comparar, el número de muertes anuales en Brasil debido a la violencia y accidentes de tráfico es muy superior al número de víctimas de décadas de terremotos y tsunamis en Japón.
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Estas informaciones nos recuerdan la impresionante fuerza de la naturaleza, pero también la resiliencia y determinación de los seres humanos para superar y aprender de los desafíos.